
Quiero rendirle tributo a mis amigas. Esas criaturas maravillosas que me han acompañado a lo largo de mi vida y que me han hecho sentir especial y dichosa por tenerlas a mi lado.
Quiero honrar a mujeres valientes, luchadoras, sensibles y cariñosas. Ellas han sido mi inspiración, mi apoyo y hasta mi dolor de cabeza. Se han sumergido en mi interior con la frescura de las olas y me han enseñado a creer en la vida y en la amistad.
Con cada una de ellas he vivido momentos mágicos. A cada una le tengo un amor particular y único. Un lazo hay entre ellas y yo que no se rompe con tormentas eléctricas, tijeras o distancias.
En mi caso, las mujeres de mi familia son mis amigas y esto es una
situación poco frecuente. Mi madre, además de haberme criado, ha sido mi gran aliada y mi norte. Mi hermana Dahiana es una gran consejera y Amy la alegría que le hacía falta a mi existencia. A mis tías las amo y puedo hablar con ellas de cualquier cosa, llamarlas para llorar y desahogarme o para leerles un poema. En el caso de Eridania, desde que llegué al país nuestros vínculo se ha vuelto más especial porque hemos podido conocernos mejor y querernos.

A Elizabeth la conozco desde niña y a pesar del tiempo y la distancia, siempre hemos estado cercanas. No necesitamos hablarnos demasiado. Nosotras nos entendemos hasta en el silencio. A Judit la conocí gracias a mi primer trabajo y desde entonces hemos sido muy cercanas y a pesar de algunas turbulencias, el cariño se impone y cada una sabe que puede contar con la otra de manera incondicional.

Joanne Rodríguez llegó a Tinta Fresca como un ángel y así mismo partió a Estados Unidos
, dejando atrás el rastro de sus alas. Gracias a ella amo el mar y valoro a Neruda. Por ella aprendí la importancia de atesorar los recuerdos. En nuestro caso la distancia no ha sido obstáculo y es precisamente desde la lejanía como nos hemos conocido mejor.

Martha Yánez llegó desde Ecuador para olvidar un amor y sanar su corazón. La conocí en una reunión del grupo, pero nuestra amistad trascendió las reuniones y nos volvimos hermanas. Cuando estábamos juntas éramos apasionadas, impulsivas, festivas y sobre todo honestas.

Y Yeimy... mi compañera del colegio desde sexto grado. Con la primera persona que hablé de enamorados y de las piedras de la vida. Ella sabe que la quiero, aunque no siempre la menciono y tengo mucho que no la veo. Algunas distancias son inexplicables...
Faltan otras amigas, pero ellas saben que aunque no las mencione, el cariño está ahí, en el mismo rincón de siempre.
*En las fotos: 1. Mi madre y yo; 2. Mi hermana Dahiana y yo; 3. Amy y yo; 4. Eridania y yo; 5. Fior (tía), Argentina (madre) y Griselda (tía); 6. Judit y yo; 7. Elizabeth; 8. Taty H; 9. Joanne; 10. Elsa y yo; 11. Judit, Dahiana y yo.