
Sin embargo, ¿qué sería de nosotros si no tuviéramos por lo menos la esperanza de disfrutar de esos raticos alegres? Como les dije el año pasado, una vez un amigo me dijo que estábamos en el mundo para ser felices y cuando pienso en todas las cosas me doy cuenta de que todo se reduce a esa línea, porque cuando amamos a otra persona lo hacemos para sentirnos felices, también cuando ayudamos a alguien, cuando arriesgamos la vida por una causa o cuando nos dedicamos a esa actividad que nos apasiona. Para algunos la felicidad se reduce a la conquista del poder, a la bonanza económica, a la salud o al amor. Esto estará supeditado a las expectativas que cada quien tenga pues mientras más grandes y ambiciosas sean nuestras aspiraciones, quizás más lejana esté la felicidad o talvez sea lo contrario, todo dependerá de cuán dispuestos estemos a esforzarnos y a trabajar por lo que queremos. Lo cierto es que sin importar que tan lejos o cerca esté la felicidad, a mí me gusta pensar que cada uno de nosotros intenta, de manera noble y honrada, conquistar esos raticos alegres y disfrutarlos intensamente.
Así que mi mayor deseo para este nuevo año es que no nos dejemos paralizar por el miedo o los obstáculos y que salgamos a perseguir nuestra felicidad, que disfrutemos plenamente de nuestros raticos felices.
*Imagen: Marc Chagall